Ilusión y nostalgia
Para una metapsicología de la amistad

Dra. Raquel Zak de Goldstein
Agosto, 1999.


Aunque sea reiterado, es siempre un hecho grato estar entre amigos y compartir un fuerte interés por un autor como Winnicott. En cierto modo, es un espacio de ilusión y en cierto modo tiene algo -como le gustaba decir a Winnicott-, del carácter de un "patio de recreo".

Cuando pensé en preparar la primera versión de esta presentación esta presentación, me di cuenta que me encontraba triste, bajo los efectos de la muerte reciente de un amigo muy querido. Y me dije, que quizás para encontrar fuerzas, era una buena idea ocuparme de un tema que ya me interesaba hace tiempo..., y es sobre ese particular estado afectivo y vínculo que llamamos amistad, y me enfrente al desafío de llevar hacia la metapsicología este fenómeno del afecto.

De manera que me puse a reunir algunas de mis citas favoritas al respecto, que constituyen aquellos puntos en los que hace tiempo encuentro referencias. El título que pensé es "Ilusión y nostalgia” dando a entender que para mi, las raíces de la amistad tienen mucho que ver con los estados de nostalgia no melancólica, es decir nostalgia que busca el reencuentro de un estado que Winnicott enmarca en su conceptualización sobre la ilusión. Es decir, que nuestro título sugiere una relación que va de la nostalgia a la ilusión y quizás, viceversa. En un ir y venir entre recuerdos y alucinación de deseo y encarnadura en un vínculo posible para alojar, en un ida y vuelta con el otro este fenómeno universal.
Ilusión es un término muy winnicottiano. Nostalgia es un término muy freudiano. Y como dije, pensé en una presentación que tuviera el sentido de inicio de un trabajo sobre la metapsicología de la amistad.

Y me encontré con algunas apreciaciones, algunos hitos en ciertos títulos de Winnicott por ejemplo: “Home is (***)”. El Hogar. Hogar tiene dos caras: lo familiar -y la amistad es lo familiar- y la otra cara, "lo siniestro" la pérdida, lo perdido, lo que nos sumerge en otro de los hitos claves: "o duelo o melancolía".

Entonces tenemos de un lado lo familiar, amoroso, y del otro lo prohibido, regresivo. Eso me permite plantear alguno de los puntos a interrogar. ¿Qué clase de amor circula en la amistad?. ¿Qué relación hay entre amor y nostalgia, entre la sexualidad de ese amor nostalgioso-peligroso y el retorno a la madre originaria?. Y la posibilidad de esta otra forma de amor?.

Mi propósito es comenzar señalando algunas relaciones entre los tres ejemplos que aporta Mannoni, en una cita de Winnicott, respecto de la amistad, respecto de ser sostenido en la enfermedad, y respecto de la poesía, como "estados cicatrizantes". Poesía es otro de los puntos que voy a intentar desarrollar, entre otros.

Y esto, es en honor a Miguel Angel Rubinstein.

Se llaman “healing phenomena”. Son fenómenos curativos. ¿Curativos de qué?. Del eterno esfuerzo yoico por ligar y mantener separados y unidos, por el resto de la vida, la realidad externa y la realidad interna. Aquí se inscribe, en la cultura oriental, la oferta de amae, un estado reparador digno de ser considerado en paralelo a los "healing phenomena".

La ilusión podemos pensarla -partiendo de Winnicott-, como un fenómeno esencial para la vida anímica, basado en la omnipotencia del pensar. Esto se produce por un ajuste perfecto inicial, que sostiene el investir. Se inicia en tiempos de la experiencia de satisfacción y la gratificación alucinatoria, durante el estado propio del yo primitivo real.

Se sigue de la reaparición de la tensión endógena de displacer, que inaugura entonces el yo de placer purificado; el odio, como estructurante del no-yo, expulsa el displacer y gradualmente, se experimenta desilusión.

La omnipotencia del pensar permite creer-crear; para nosotros es en rigor un re-crear. Recrear esa tópica, esa dimensión de lo vivido, en ese tiempo del yo primitivo real fundante, tópica ya montada a partir de la cual cobra sentido, la famosa “otra escena”. La otra escena entonces, está ahí, en el "entre" del entretener-se con los fenómenos y objetos transicionales, para así poder dar lugar a que la madre se diga: “me puedo ir, con papá”.

El niño se entre-tiene. Es decir, el niño infans puede tener-se entre esas dos orillas de la ausencia y el corte, que amenaza con la caída, por encima del abismo de lo que llamamos gap.

La nostalgia que allí nos afecta, es un término de expresión emocional básica, que evoca el primer amor, para Freud. El del amor del otro prehistórico inolvidable. El primer amor.

Puede a veces contener un matiz melancólico, porque se que refiere a un algo perdido fundante. No obstante, no hay deseo que no esté empalmado con el vivenciar ante la pérdida constitutiva, lo sabemos. La ilusión es el fenómeno psíquico que sostiene el investir, luego de la pérdida. Y sostiene ahí, un proceso de deseo, motor que inicia la búsqueda de otro y la capacidad de amar. Habrá duelo, en su significación metapsicológica, y tal vez no melancolía. Habrá subrogados -tal vez- para ese primer amor.

La diferencia entre duelo y melancolía -sabemos mucho sobre los avatares del narcisismo en todo esto-, radica en esta perspectiva, en la vigencia o ausencia de la ilusión -la de Winnicott-, como factor de equilibrio psíquico ante aquella pérdida o trauma inicial que motoriza. Cuando la hay, hay esperanza. De la esperanza a los desplazamientos, subrogados mediante, surgen las sublimaciones, y entre ellas, la amistad.

Recordemos, entre los ejemplos de impacto que encontramos en Freud, lo que le contece a aquel joven poeta -en el magnífico artículo sobre "Lo perecedero" ("La transitoriedad")-, que oscila entre una pérdida tolerable, poetizable, o una pérdida no tolerable, melancolizante. De esa vaariable nos salva la amistad. Hay nostalgias y nostalgias.

Vamos a leer lo que dijo exactamente O. Mannoni, en el libro dedicado a un simposium sobre la obra de Winnicott, de la editorial Trieb, en capítulo que se titula “La parte del juego”.

Dice: “En 1954, Winnicott escribió una frase aquí citada, sólo a título de ejemplo, que nos muestra de qué modo se franquean esos límites de los círculos psicoanalíticos -porque está hablando de la libertad que aporta Winnicott-. Tras haber recordado que la neurosis está en la jurisdicción del análisis -continuaba-, y la psicosis está cercanamente relacionada a la salud, en la cual innumerables caídas, situaciones de gap, pequeños derrumbes -microtraumas diríamos ahora-, están congelados. Pero son alcanzados y descongelados por varios fenómenos curativos de la vida ordinaria por ejemplo, amistad, ser cuidado durante enfermedad física, poesía, etc.. De eso tratamos de ocuparnos aquí. Esta es una de las más fuertes razones por las cuales, creo,, se puede colocar metapsicológicamente la amistad allí.

“En otros términos -sigue Mannoni- todos somos psicóticos curados. esto parece hallarse -dice Mannnoni- en la línea de las concepciones de Klein, pero no del todo. Ella no había considerado esta consecuencia que es, que no es quizás en la cura, ni en un “tratamiento”, donde se hallarán estos famosos healing phenomena, que son los que hacen “vivible” la vida.

Subrayo esto, porque nos va llevando a uno de los epígrafes que Painceira coloca en su muy buen libro. Insistiríamos en recalcar que estos fenómenos curativos se refieren a una cura de tipo natural, natural en la vida. Por eso,...la amistad. Tan difícil. Y son fenómenos cicatriciales propios, -diría yo- de la vida cotidiana..

La cita de Kierkegaard elegida por Painceira dice así: “Hay algo que no se puede convertir en sistema, la existencia”, y en lo vivible de la vida, la categoría de "otro significativo" hace parte de la condición de posibilidad del existir como sujeto.

Un tercio de nuestra vida, lo sabemos, transcurre en el dormir y soñar. Categoría indispensable para la salud. Pero, parece que también hace falta soñar despierto, para poner en escena lo que Piera Aulagnier llamó “los proyectos identificatorios”: “cuando yo sea grande, voy a ser,...”. Esta es otra tópica y otra categoría de funcionamiento psíquico, propia de lo que se produce en el jugar y en el espacio transicional.

Vemos allí el funcionamiento que nos protege del eterno intento de sistematización, esa tentación de las certezas, esa tentación de los análisis tecnológicos, "realistas" que inundan la vida cotidiana.

La poesía, se despliega en la ensoñación, en el ensueño, en lo que Freud coloca en su artículo sobre la pérdida de la realidad en la neurosis y en la psicosis, como el territorio "virgen" de “la reserva”.

Mannoni se define en esta postura al señalar en ese artículo, que la civilización se defiende de sí misma. Así debe ser, y es lo que tenemos que hacer los analistas, también. Lo que podemos, es desplegar la tolerancia en la amistad, que es diversidad.

Primeramente, veamos algo más sobre la ensoñación, algunas precisiones. Se trataría de en-sueño. Distinto del dormir, distinto del fantasear. Se trata, por supuesto, del área de descanso de Winnicott, y del estado creativo que allí se propicia, (Freud, "El creador literario y el fantaseo").
Diríamos que difiere -en el ensoñar-, en la posición que tiene con respecto al principio de realidad, y con respecto a la motilidad, que difiere significativamente en la condición propia del ensoñar donde se puede "producir" con y en la realidad. Sublimación, descanso y escenario se combinan.

Mannoni habla de “la otra escena”. La otra escena a la que se refirió Freud, donde sueño, transferencia y juego permiten que el sujeto de la civilización se defienda, se proteja a sí mismo de "los excesos de la cultura" y de su propio normal malestar, y así, no perderse como viviente deseante. La "reserva" freudiana es indispensable, y la amistad es uno de sus territorios.

Yo diría, entonces: si Freud habló del "malestar en la cultura", a mi entender, hoy, tenemos derecho a pensar que hay también, un bienestar en la cultura. Hoy diría más bien: “Malestar y Bienestar en la cultura”. Porque es precisamente "habitando" en la cultura como logramos posicionarnos en esta posibilidad de compartir poesía, amistad y fenómenos curativos, ("Sobre el amor primitivo y amae", Para una metapsicología del amor. Raquel Z Goldstein, Chile, IPAC, 1999). Sabemos muy bien a lo que se refiere Freud con respecto a “malestar en la cultura”. Pero, si releemos cuidadosamente el texto, encontramos todo lo demás, todo esto también. Base para continuarlo a Freud con lo que ofrece Winnicott.

Veamos también algo más sobre las poetizaciones. En uno de los primeros escritos de Freud, el Manuscrito M, hablando de las fantasías, dice: “Las fantasías se generan por una conjugación inconsciente entre vivencias y cosas oídas, de acuerdo con ciertas tendencias. ¿Y que son estas tendencias?. Son las de volver inasequible el recuerdo del que se generaron, o que pueden generarse de ahí, síntomas. La formación de fantasías acontece por combinación, desfiguración...”. Lo estoy citando, porque en “El creador literario y el fantaseo”, -gran artículo de Freud, que lo hermana aquí con Winnicott-, trata el tema del fantaseo, como “...combinación, desfiguración, análogamente a la descomposición de un cuerpo químico que se combina con otro. Y en efecto, la primera variedad de la desfiguración es la falsificación del recuerdo por fragmentación, en el cual son descuidadas, precisamente, las relaciones de tiempo”. La dimensión tiempo es una variante esencial en estos fenómenos que estudiamos... El tiempo de fantasear, evidentemente es otro. “El corregir en el tiempo, parece depender precisamente -sigue Freud- de la actividad del sistema conciencia. Así un fragmento de la escena vista, es reunido en la fantasía con otro de la escena oída, mientras que el fragmento liberado entra en otra conexión”. Por eso nosotros sostenemos que en estos estados se despliega otra cualidad de conciencia ("El pensamiento paradojal", Raquel Zak Goldstein, Río de Janeiro, 1996)que sustenta el ensoñar, el jugar, el amar, y la experiencia tan particular que llamamos amistad.
Esta cita, tan similar a lo que dice Freud en “El creador literario y el fantaseo”, nos recuerda que también el fantaseo reacomoda, divide fracciones, rehace creando algo nuevo. Con ello, nos recuerda Freud, un nexo originario -referido al objeto del amor primitivo, la cosa o Ding freudiana- se vuelve, por otra parte, inhallable.

Y sigue Freud diciendo ahí: “Mediante la formación de tales fantasías en períodos de excitación, cesan los síntomas mnémicos. A cambio -o sorpresa!-, están presentes las poetizaciones inconscientes, que no sucumben a la defensa”.

Muy temprano en la obra de Freud se están precisando las fuentes de las poetizaciones, y su futura función, diría yo. De ahí la ubicación de las metáforas, lo cual nos lleva de la mano al poeta Neruda, a "Il postino", y de ahí, a la metapsicología del amor, donde el amor tierno, como amor erótico fuera de la pasión pulsional organiza otra forma de amar, base también para la amistad.

Dice Mannoni, pensando en el lugar, en la tópica de la ilusión y la nostalgia, “Ese lugar potencial -sabemos que Winnicott instala una tercera topología, un tercer espacio- que ha de ser con el tiempo el lugar del análisis mismo y de la transferencia, de las actividades artísticas, es mientras tanto, el lugar de los “squiggles”, -de los garabatos-", que son trabajo compartido. Como en la amistad. Observamos justamente la importancia que Winnicott atribuye -en una inolvidable puntualización- al momento en el que se alcanza “ese lugar”!. Un tiempo-espacio específico, distinto. Y, como él mismo lo dice, el momento en el que se entra en esa tópica derivada o entroncada con el sueño.

Ese es, técnicamente, también el momento de interpretar. Muchas veces me pregunto si, cuando uno está en estado y vínculo de amistad, está habitando también ese tipo de tiempo-espacio, ese clima, ese estado de sueño/en-sueño que posibilita el efecto curativo.

En los momentos de descanso, del diario trajinar, diría yo, ante la necesidad, -función del apremio de la vida, como lo llamó Freud- , bregando por lo útil y práctico, adaptados y aceptando el imperio del principio de realidad, recurrimos a este "lugar creado por la ilusión y la nostalgia, para seguir vivos".
Se trata entonces de saber y poder habitar "la otra escena", escena preanunciada, en los primeros juegos del amor primitivo como espacio de la fantasía y la poética del lenguaje. Ya Freud en 1907, proponía, ustedes recordarán, una suspensión de la realidad, como en el teatro.

Faltó precisarle a Freud ese dónde, su tópica, en fin. Se trata a mi entender, de la tópica específica de la ensoñación, cuestión que ya Bachelard -fantásticamente ubicado merced a su pasaje de la filosofía a nuestro campo-, llamó la poética del espacio donde encuentro referente para definir la tópica de este particular estado psíquico que da lugar a los fenómenos transicionales y al estado de en-soñación, a la poesía, y a la amistad amorosa...

Es bueno recordar que Bachelard, cuando trata la poética del espacio, está en duelo por su esposa, y este texto está en relación con una cuestión referida al espacio del hogar, la casa. El lar, Freud, lo más familiar... Y también lo más terrorífico, el horror de la pérdida del estado previo inicial que funda el placer y el aparato psíquico.

Quizás me gustaría entonces, como cierre, y para poder debatir estas ideas, recordar que la dimensión de los sueños, del juego, de la transferencia, en fin, de los estados y objetos subrogados del objeto originario, dan lugar a una modalidad del amor que tiene que ver con la dimensión de la amistad, y de la cultura como lugar de "curación" cotidiana.

Esta dimensión o tópica, habitat del sujeto, aloja el trabajo de la ilusión, luego de la necesaria desilusión..., no antes. Esta ilusión que retorna sostiene el desear, que es deseo por ese primer amor, fuente y causa inolvidable, fuente de nostalgia y reencuentro, huella de amor que aloja el amar y la amistad posible.

Gracias.


Debate:

Señora 1:

Te quería agradecer Raquel, el trabajo, me gustó mucho. Me parece que tiene también en su mismo, estructura como..., te digo lo que me pareció a mí, como un movimiento, también de juego, donde vas adentro del psicoanálisis, y dentro de los autores psicoanalíticos, empezando por Freud, y siguiendo por Winnicott, y te salís para afuera y lo citás a Bachelard, y va y viene y no sé, tiene algo en la forma que a mí me resonó, coherente con el contenido. Y me parece que tiene..., por eso por ahí se me torna como difícil hacer un comentario preciso, porque me parece que lo que tiene es mucha resonancia metafórica, es lo que nos trae. Y en eso me parece que tiene mucho del espíritu de Winnicott, ¿no?. Bueno, te quería comentar que, me parece muy interesante pensar, la cuestión del malestar en la cultura y el bienestar en la cultura. Creo que lo tenemos a Winnicott, nos encontramos con esta cuestión de la contra-cara de la cultura y re-pensar el tema me parece que es un temón. Pensaba en esto que vos planteas, digamos, del fantaseo, la amistad, entonces pensaba que, digamos, este fantaseo o esta actividad que tiene que ver con lo transicional, se (encola) a la actividad metafórica, es decir, es un plus de significación que se produce entre dos cosas, digamos, no. Y como la amistad es un plus, no sé de qué, no es de significación, pero evidentemente es un plus que solamente se produce entre dos. Y como vos decís, quizás luego de haber atravesado la ilusión-desilusión.

Y por último te quería comentar que cuando, en relación a este plus que se genera entre dos, en la amistad, me acordé de Bubber, de Martin Bubber, que es un autor que en realidad yo no lo leí directamente, leí una biografía de Bubber, que tiene mucho del contenido de su obra, además de la cosa biográfica, y se llama “El desfiladero estrecho”. Y me conmovió mucho porque Bubber fue un autor que se ocupó del tema del diálogo, entre dos, no, y leyendo algo de la biografía, aparece que Bubber perdió su mamá muy tempranamente, y tuvo una muy buen holding en sus abuelos. Y cuenta que llegada la adolescencia, llegó a un estado casi psicótico, podríamos decir, de medio místico, de retracción, digamos, y luego de esto, salió de esto a partir de toda la elaboración que hizo de su teorización en torno al diálogo.

Bueno, me acordé de esto, y te lo quería comentar y aportar. Gracias.


Dra. Ana (***) -portugués-:

(Yo encuentro, que son bellas), Raquel, las palabras que yo encuentro expresadas y sobre todo tu vos, creo que es, fenómena. Gracias Raquel. (***)

(Hilda Katz) de APA:

Bueno, te quería agradecer Raquel, porque realmente, nos hace pensar mucho lo trajiste, no, sobre los fenómenos curativos asociados a la poesía y a la tarea nuestra como psicoanalistas.

Ese lugar que decís, las poetizaciones inconscientes no sucumben, y los caminos y las vinculaciones con las situaciones de fracaso congeladas, bueno, me hicieron pensar en una frase de Enrique Molina, que dice que la poesía es algo que se parece al estallido de dos que cuando se han amado mucho, se separan. Enrique Molina que es poeta, dice eso de la poesía. Y creo que tiene mucho que ver con el espacio, con el espacio transicional que estamos trabajando todos desde Winnicott. Y como también (Portadís***) dice que la poesía es una ciencia exacta, que podría llegar a la posibilidad de interpretar poéticamente..., las veces que se logra, bueno, es como que se logra la exactitud del inconsciente.

Así que pienso que bueno, ese lugar que abrís, nos hacés pensar en los fenómenos curativos, creo que va a dar muchos trabajos más tuyos, que podemos seguir disfrutando. Gracias.

Señor Horacio:

Alguna vez han escuchado decir desde acá que los gallegos tenemos dificultad para los trabajos de alto nivel teórico o de alta poesía. Yo soy uno de ellos, así que me resulta difícil. Pero voy a ir a cosas concretas de Winnicott.

Cuando vos tomaste los factores curativos y la amistad entre ellos, y yo me acordaba de Winnicott en este sentido, porque Winnicott plantea que hay posibilidades curativas fuera del análisis, y hay unas que son sólo posibles en el análisis. Entonces yo pensaba que tal vez lo que vos decís, de factores curativos, se pondría poner en cuanto a la psicopatología en dos polos. Te lo pregunto, a ver si vos lo pensás así.

Lo curativo es la salud, o sea la poesía, para los procesos normales de sufrimiento como fue la muerte de un amigo, de todos los de Miguel Angel, en nuestros aspectos saludables puede ser, digamos de alguna manera moligerados a través de una actividad de estilo político o algo así. En el caso de la neurosis, Winnicott, que como una enfermedad estrictamente interna de conflictos interiores, hay dificultad para curarla y mejorarla fuera del análisis.

Y pradójicamente, en la psicosis, esto que también es posible, lograr mejorías espontáneas a través de experiencias vitales, de cuidados a través de la enfermedad, o determinados cuidados producidos por personas, no técnicas, digamos. O sea. la pregunta mía viene a si, si por ejemplo, esto que yo digo te parece que es así, y si las neurosis, de alguna manera inhibirían esta posibilidad, de mejoría o no, y si vos estás hablando que este tipo de mejoría se daría más en lo que tengamos de saludable, o en lo que tengamos de psicótico.


Dra. Raquel:

Es una pregunta en serio. Me parece que el material de (Janna Brown***) nos abre una perspectiva para pensar en tu pregunta.

También está el tema de Winnicott mismo, que piensa durante mucho tiempo, como se dijo, en intentar hablar con la nodriza, o través de la nodriza con aquel que está ahí, aterrado, escondido, evitando ser encontrado, por supuesto. Dicho en forma metafórica, implica lo que quizás llamamos neurosis, defensas estructuradas, si es que te entendí bien, concuerdo.

Hablando de amigos, en algún momento acompañé a una amiga en un brote psicótico. Lo único que hice fue ir, todos los miércoles al lugar donde ella estaba internada. Todos los miércoles de años. Una hora, una hora y media. Creo que sirvió, no como acompañante terapéutica, no como terapeuta. Simplemente, éramos amigas. Hablaba de lo que podía, llegamos a cocinar, un rato, cuando volvió a la casa. Recordemos el otro elemento. Cuando le pregunta un clérigo a Winnicott, qué hacemos a quién podemos ayudar y a quien no, todos conocemos esa historia.

La idea fue, el que aburre, ese es más grave. Creo que va por la línea de tu pregunta. El que aburre, es aquel que obviamente, está demasiado escondido, demasiado defendido, demasiado desconfiado. Yo pensaría de este modo.

¿Las experiencias vitales?, sí, por supuesto. dentro y fuera del análisis, lo de (Janna Brown***) fue muy rico, muy representativo.

Quién de nosotros no tiene idea de algún momento transgresivo en el encuadre, que repensado, significaba mucho en cuanto al avance de la desconfianza absoluta a un eventual momento de ruptura, que implica un momento de compromiso distinto del analista, a interpretar luego, por supuesto. Creo que me explico bien.

Así que, sí, yo pienso que las psicopatologías se tienen que pensar en dos polos, en las curaciones casi imposibles. El otro día hablé del último análisis de un analista, n osé si recuerdan, los que estuvieron. Es un trabajo de ( Wienbler y Pijet ***), que siempre recuerdo. me conmovió.

La oportunidad de que un analista pueda pensar “Pruebo una vez más, intento”, esto de no poder estar, fóbicamente en público, no poder escribir, mantener cierta esquizoidía, se me hace imprescindible fumar o alguna otra cuestión para sentirme más o menos vivo, más o menos excitado. Porque sabemos, al menos en mi entender, los fenómenos esquizo-autistas son poderosísimos y son parte de la infraestrucutra de lo que Klein llama esquizo-paranoide o que Tustin plantea como cascarón protector y que sabemos es la muralla casi imposible de, y esto que Winnicott considera, bueno, el análisis de la periferia.

Que no queremos que sea sólo el análisis de la periferia. Tal vez hemos podido hablar en sencillo, Horacio, intentamos. (Analucia***), muchas gracias, es cierto, porque si puede pasar algo así, por supuesto se debe al autor, absolutamente. Si puede pasar algo así, podemos seguir investigando los fenómenos vinculares, relacionales, grupales, institucionales, y tal vez intentar que sean menos enfermas nuestras instituciones. Por nosotros, no metafóricamente hablando.

Hilda Katz, me parece que los fenómenos curativos y las poetizaciones inconscientes tomadas por Molina, me encanta la idea de precisar esto de que la poesía estalla en el momento en el que se produce la ruptura de la diada. Y va muy bien, porque, los precursores transicionales, ya sostienen el comienzo metafórico, ya sostienen el uso de lo que luego va a ser el “fort-da”. Hay un trabajo de posesión, hay un trabajo de tolerancia a la angustia, hay un trabajo de investidura, de significantes que algunos llaman de “demarcación”, es decir del comienzo pre-significaciones, y muchos piensan que sí, que la poesía es ciencia exacta.

En todo caso, lo que alguien dijo, no me considero poetiza, por supuesto, para nada, pero sí me parece que en el intento de hablarle al otro, porque en definitiva es hablarle al otro, los ritmos, la respiración, los tiempos, las metáforas, las palabras que contienen afecto, para uno, o que son comunes en el afecto, le dan cierta cadencia a nuestro decir, que es algo así como bailar. Bailar con las palabras.

Así que sí, me parece que este estallido poético, bueno, quien no ha dicho que Freud es a veces el consuelo cuando uno está muy, muy triste. Tengo que confesar que a veces, también leyendo a Lacan en algunos de sus escritos, me he sentido profundamente reconfortada y reparada. No tanto por la complicación teórica, te aseguro, a mí tampoco me gusta, sino porque habla de aquello que uno necesita escuchar, cuando siente que algo ha caído del otro lado, como la muerte de un amigo, como alguna tristeza.

Y para Noemí, estaría en el plus de goce, el plus de significación también, entre dos, en el punto de la caída, en alguien como Martin Bubber que efectivamente experimenta una gran caída, un derrumbe, diríamos. Sale porque encuentra el diálogo. El diálogo es hablarle al otro. Yo anoté por aquí que este otro que nos sirve como amigo, no es el semejante del semejante, no es el semejante del doble, no es el semejante de lo idéntico o del narcisismo. Si tenemos suerte, y tuvimos algo de transicionalidad suficientemente sólida, va a ser un prójimo. Duele bastante llegar ahí, pero es confortable tratar de llegar.

Y los analistas, frecuentemente tenemos que transitar sobre el abismo. Si queremos. Podemos hablar sobre eso Horacio. pero sin duda, en algún momento, quedar expuestos claramente al sentimiento de inermitud, de desamparo, de insuficiencia en ser, de la pérdida absoluta de los padres protectores de la infancia como tales, bueno, o sabemos hacer amistad, o entramos en un ligero tobogán.

De manera que aferrarse al otro, tolerando la diferencia, otro filósofo podríamos traer, (Levinás***), Emanuel Levinás se plantea exactamente el problema del otro, del extranjero, de lo diferente, del diferente, del de la otra sociedad, que necesitamos para poder, como decía un carpintero amigo, hacer fuego.

Nora Carrasco APA:

Yo celebro Raquel, oírte remarcar las capacidades saludables del psiquismo, las capacidades que tiene de buscarse placer y con ello darse vitalidad y ampliar sus límites.

Me gustó mucho esto que decías. Ayer, en una clase que di en el centro (Raquet***), yo hablaba del arte y de los mitos, y tomaba unas citas parecidas a las tuyas, pero sin recordar dónde era que Freud hablaba de esos reparos, esas reservas ecológicas, en donde el psiquismo se da placer.

Yo sentí, claro, si interviene lo propio, lo subjetivo, resonancias como de ritmos, y algo que lo vincula al arte que es mi trabajo. Pienso que tiene mucho que ver con lo que estás diciendo, y te felicito por tu trabajo tan bonito.

Pablo Abadi APA:

Gracias Raquel por el trabajo tan lindo, y tan creativo, tanto profundo.

Estaba pensando el por qué de la cultura, y el por qué de la amistad. Qué relación había entre estas dos cosas, la cultura y la amistad, la poesía y la amistad.

Y pensaba, los dos acontecimientos, tanto la cultura como la amistad, son acontecimientos creados, por eso no mueren. Y por eso tenemos necesidad de acudir tanto a la cultura como a la amistad. Porque son como acontecimientos creados, son antitanáticos y antiangustia. Sólo lo creado no muere, sólo lo cultural no muere. Y los que crean, no mueren.

Estaba pensando en dos ejemplos de esto, uno, los que sobrevivieron en los campos de concentración jugando al ajedrez, o contándose cuentos, o jugando con maderitas, o tocando algún instrumento. Estaba pensando en una poesía, supongo autobiográfica, hecha canción, de una pareja a la que se le muere un hijo, un embarazo, y entonces se preguntan : “estábamos pensando el marcharnos tres, que quedarnos dos”. es decir, habían pensado en un momento en suicidarse por la pérdida de este hijo, marchando tres, en vez de quedarnos dos.

En vez, el hombre hizo esta poesía, hizo una canción.

Ahora bien, porqué yo pienso esto de la cultura no muere. Porque la cultura nunca es pensada. Los hechos de la cultura nunca son pensados, lo suficiente, son parte de un estado de ilusión , parte de un estado que mal que bien, todos aceptamos que es un estado privado, paradojal y hasta ese punto, no cuestionado. Nada más, quería ver, pensado en esto.

Me interesó mucho esto, quería compartir, de un autor francés que dice que el agujero de la vida, el agujero, la falta, hay varias maneras de ser rellenarlo o de bordearlo, mejor dicho. Uno es el agujero que se bordea al modo psicótico, otro al modo neurótico, otro al modo perverso, y otro el normal, al modo anticipatorio. Nada más.

Dra. Raquel:

Muchas gracias, Nora. En verdad que cuando a uno le duele, los ritmos ayudan. Y por supuesto, cada uno de nosotros tiene situaciones que duelen, y que se curan como Zorba, el griego, recuerdan. Bailando, con ritmos, porque el ritmo, como dice Freud, tengo acá la cita, no la voy a leer, en “Lo siniestro”, alude a la canción de cuna, alude a los primeros consuelos corporales, alude al ritmo de la respiración, al ritmo corporal, a los sonidos de la voz. de manera que en las primeras páginas de “Lo siniestro” tenemos abundante material para posicionar esa idea de los ritmos.

También hay una cita de Rabindanagh Tagore, que toma Winnicott, “las innumerables playas ...”, por ahí Outeiral se recuerda...”los niños juegan ..”, “En la playa de interminables mundos, los niños juegan”. Es decir, ese tránsito, ese entre, ese ir y venir -la madre por supuesto- el mar, lo inconmensurable, la fusión universal, etc.,etc., tiene que ver con movimiento, con ritmo, con vida, con latido.

Con respecto a lo que plantea Pablo, como hace tiempo también que conversamos sobre Winnicott juntos en seminarios, montones de años, también somos amigos, algunas cuestiones hemos pensado. Por ejemplo, para mí una de las características del espacio transicional, es que es absolutamente inmortal, después me di cuenta que Lacan ya lo había dicho. La dimensión simbólica, en fin, que no tienen comienzo ni fin...

Y hay algo interesante. En “El nombre de la rosa”, lo prohibido era la biblioteca. Porque ahí se pierde todo poder sobre la gente. Y tiene que ver con la dimensión simbólica. Poética, simbólica, utopía, horizonte.

Tu hablabas, Alfredo, del tema del horizonte y la utopía. efectivamente, hay un punto en el cual, como decía Piera Aulagnier, estamos condenados as investir. Y es una gran felicidad haber decidido investir al objeto re-encontrado, después de una pérdida traumático-constitutiva. Y tenemos la habilidad de investir lo que está siempre un poco más allá.

Hay gente que se enoja con esto y dice, “qué me importa, en realidad con objetos que tapan la falta”. Y otros pensamos “qué felicidad, podemos construir un mundo con los objetos que tapan la falta”.

Muchas Gracias.