LA MIRADA Y LA IDENTIDAD EN LAS DESVIACIONES SEXUALES
Algunas consideraciones en torno al eje “MIRAR-SE-SER-SER MIRADO, Y....”,
y sus efectos en el proceso de adquisición de la imagen especular y de
la identidad, en la constitución del sujeto y en la vida sexual
Raquel Zak de Goldstein
1994
Parte del siguiente desarrollo está centrado en algunos de los avances
planteados por Joyce Mc Dougall acerca de las desviaciones sexuales. Mencionarla,
no solo creo que corresponde para ubicarla en sus conceptualizaciones, -así
como a cada autor que alimenta en cada uno de nosotros nuestro propio recorrido
conceptual-, sino que es necesario, por las múltiples posibilidades teóricas
que en este abordaje se van abriendo en el interior del pensamiento psicoanalítico.
Esta propuesta gira en torno al eje espejo e imagen, y su incidencia en los
procesos de constitución del aparato psíquico.
El subtítulo encara algunas consideraciones alrededor de este eje y su
dinámica: “MIRAR- SE SER-MIRADO, Y.....” debido a su implicancia
fundante en el proceso de adquisición de la imagen especular y sus efectos
en el proceso identificatorio y en la vida sexual en general, así como
en las desviaciones sexuales.
La complejidad de la clínica psicoanalítica cotidiana reclama
nuestra escucha y una renovada exigencia de comprensión para las patologías
narcisistas, adictivas y de borde, predominantes en nuestra consulta.
Algunas de las siguientes elaboraciones respecto de las perversiones constituyen
un modo de pensar las entidades clínicas, no exento de consecuencias
teóricas. Queda así despejado, un factor diferencial que permite
revisar la patología de la sexualidad humana tal como la entendemos desde
el psicoanálisis: como PSICOSEXUALIDAD.
Mc Dougall propone reservar el término perversión para aquellas
relaciones en las que “un individuo impone sus deseos y condiciones personales
a otro, que no las desea o que no es responsable, por ejemplo un niño
o un adulto con perturbación mental”. Son éstos, -continúa
señalando- actos punibles por la ley. Se trata por ejemplo: del “abuso
de niños”, del exhibicionismo o de la violación; al respecto
destaca que resulta significativo que las sociedades se hayan protegido a través
del sistema jurídico, para resguardar la integridad de sus miembros.
.Este tipo de actividades sexuales, cuando se desarrollan entre adultos que
las consienten -dice- no solo son habituales, sino que no se incluyen en las
consideraciones jurídicas.
Sabemos que una de las funciones principales de las fantasías sexuales
es la de ”encender la llama”, como chispa del deseo sexual, intento
de lograr, por la vía imaginaria, aquello que NO DEBE ser puesto en acto
.
Son las relaciones las que solo pueden, eventualmente, ser calificadas como
perversas. No así los sujetos.
Se trata en ese caso de relaciones singulares, en las cuales no son tenidas
en cuenta las necesidades y deseos de uno de los integrantes de la pareja.
Refiriéndose a la definición de aquello a considerar NORMAL, Mc
Dougall dice:”....ello requeriría de nosotros estar habilitados
para definir qué es una fantasía normal”.
Insisto: a mi entender, esta posición es un punto de partida, una divisoria
de aguas, ya que pone en cuestión si se trata de el “JUEGO DE DOS
DESEOS”, o, “UN DESEO Y UN OTRO COMO OBJETO”.
En lugar de estar en posición de sujeto que pone en acción su
deseo, este deriva hacia la posición de “objeto”, o de “casi
deshecho-cosa”. Es, esta posición precisamente, el núcleo
de la patología
Centrándonos en el “ESTADIO DEL ESPEJO”, tal como J.Lacan
lo describiera, repensemos algunos aspectos de la patología. Utilizar
esta conceptualización nos amplía la comprensión de los
diversos procesos que se llevan a cabo en “esos tiempos” de la construcción
de la imagen del cuerpo propio,de las identificaciones y del narcisismo.
Todos ellos también van “girando en torno al MIRAR”.
Nuestra observación nos conduce a afirmar, que en estas entidades psicopatológicas,
si bien falló la interdicción en un tiempo fundamental y muy precoz,
también falló la MIRADA IDENTIFICATORIA, como ”baño
narcisizante y sonoro” que inviste la imagen, otorga la identidad sexuada
y la dignidad de sujeto. Y este fallo se produce ya desde los momentos primerísimos,
en los que se despliega la dimensión narcisística del Ideal parental
(His Majesty The Baby ).
Desde esta perspectiva se ubican las cualidades de los “dos narcisismos”:
el “de vida”, fundante, y el tanático.
Retomando la noción freudiana de “pulsión de ver”
(“Pulsiones y destinos de pulsión”,1915) es recién
con el aporte de Lacan que este concepto logra su máximo despliegue,
y al articularse con el voyeurismo y la escoptofilia, compone, a mi entender,
con la MIRADA, el juego del l deseo en la sexualidad humana.
El tiempo identificatorio del “ESTADIO DEL ESPEJO”, que comprende
el deseo de la madre por el hijo como FALO, es el tiempo donde se ubican algunos
orígenes de la patología de la identidad, como posición
fallida en tanto sujeto de deseo, y lugar de origen de la “esclavitud
escópica”.
En estos tiempos de necesaria caída de la desmentida, el infans se encuentra
en vías de ser afectado por la Castración Simbólica: ni
la madre tiene pene, ni el niño es el falo de la madre. Ambos están
incompletos, en falta, y por eso...libres para desear a un otro, también
deseante e incompleto.
Al fallar esta dinámica esencial fundante, la diada inicial madre-infans
se critaliza, permaneciendo sus integrantes unidos por una mirada fusional tanática,
la del “narcisismo de muerte”.
“El sujeto mira,luego se mira y luego es mirado” (Freud,1915), pero
para ubicar el autoerotismo, Freud corrige: primero es MIRARSE (el sujeto “se
mira” el miembro sexual), luego “MIRA”,y “ES MIRADO”.
De este modo se esclarece el valor patógeno que la MIRADA puede llegar
a contener, en ese tiempo narcisizante, cuando la fusión conduce a que
ese “MIRARSE” falle. El niño “no ve” el miembro
sexual. Alucinación negativa, en ambos, de desicivas consecuencias en
la constitución de la identidad sexual del infans.
Se comprende así la urgencia de esa “búsqueda insaciable
de aquel mirar”, ausente en su sexuación. Búsqueda de “un
alguien” que mitigue el surgimiento, ahí, del horror-terror-SCHREK
freudiano, pieza capital en su “25 ª. Conferencia, ”La Angustia”,
(1916-1917). Estado de terror que se instaló en esta “falla”
de la castración simbólica, y bordea el máximo desvalimiento,
y el derrumbe identificatorio.
Es de destacar la necesidad de considerar el eje “MIRAR-SE-SER MIRADO,Y....”como
un otro articulador teórico-clínico privilegiado, junto al valor
articulador teórico-clínico, a mi entender, del narcisismo y la
angustia. Su validación se justifica en razón de su eficacia en
el transcurso de los procesos de constitución del psiquismo y la identidad,
y en la evidencia clínica de toda su dimensión trágica,
efecto de sus perturbaciones. Me estoy refiriendo a las perturbaciones iniciales
de la relación MIRADA-IDENTIDAD, y sus consecuencias, expresadas en la
fragilidad de la identidad y del desear.
Esta fragilidad narcisística y su correspondiente dependencia de la mirada
identificatoria -presente en el campo de las desviaciones sexuales-, empuja
a una búsqueda insaciable e imposible de “aquella mirada necesaria
y adecuada”, cuya falla desembocó en una demanda de amor frustra.
El máximo riesgo de esta búsqueda, es el precio que se está
dispuesto a pagar....para lograr “algo así como aquella mirada”,
hasta llegar a reducirse a la condición de ”casi cosa”, reeditando
aquel estado y aquellas condiciones, que presidieron el proceso patológico,
y el tan precario surgimiento de un “Yo a unificar”.
Con tal de re-vivir aquella complicada “escena de amor y de deseo”
de su historia singular, transita -arriesgando a veces su vida- un abanico que
se despliega desde el “fetichismo salvador” hasta el”sadismo
máximo”, (tal como fuera descripto en “La estructura perversa”,
Baranger,W., Goldstein,N. Zak de Goldstein, R., Rosenthal, G. y Bisi, N.). Y
así, va “perdurando”. Arrastrado por los efectos de la desmentida
que no declinó en aquel contexto erótico inicial, por fallas de
la “función paterna” de corte e interdicción, que
debiera ser soporte de la operación liberadora en lo que Lacan nominara
“Castración Simbólica”, el sobreviviente busca su
prenda de reconocimiento en esa mirada esquiva, que ni lo VE, ni VE dos sexos.
Sustentados en lo nuclear del ESTADIO DEL ESPEJO y del Complejo de Edipo, tal
como lo articulara y conceptualizara Lacan, es posible afirmar que en la estructuración
de la patología, falló no solo la interdicción sino también,
la MIRADA IDENTIFICATORIA.
Capturado por una promesa de goce infinito, pende sobre un vacío aterrador,
y, cada día, se debe afanar en construir su imagen, siempre evanescente.
Falló también la mirada como “baño narcisizante”
que a su vez inviste -a mi entender- con una atribuciøn de sexo. Tempranamente,
por efecto de esa alucinación negativa que no ve dos sexos se “recorta”
así, la zona erógena genital. Las fallas de este “baño
narcisizante” diluyen la “dignidad de sujeto”, que es instilada
a través de una MIRADA SEXUANTE DESEANTE “, inmersos infans y madre
en un baño sonoro de lenguaje”.
La “dignidad de sujeto” se constituye desde el deseo materno y en
el reconocimiento que le otorga la mirada, se vincula, conceptualmente, con
aquello que Winnicott designara como”verdadero self”.
Mirando a ese “otro”, infans, como futuro sujeto en su dignidad
inviolable, y precisamente de eso se trata, de “lo inviolable”,
la madre “se entera” del deseo del infans. Deberá SER MIRADO
por la madre, el padre y el mundo, como un otro, diferente, a conocer.
El eje “MIRAR-SE-SER MIRADO, Y....”, eje a través del cual
se concreta este proceso de constituir-SE ya identificado, sostiene también,
el proceso del enamoramiento fundante en el accionar de la diada madre\bebé.
El MIRAR materno,soporte de la continuidad de los fenómenos visuales
componentes del contexto fundante, -al que me referí en un trabajo anterior
(Zak de Goldstein, R. ,FEPAL, 92)-, dispone del poder que le otorga -en su prematuración-
la naturaleza visual humana, cuyas cualidades y poder precisamente heredará
el HIPNOTIZADOR.
Es posible entonces afirmar que la madre es el “primer hipnotizador”,
y que es esencial que así sea. De este modo se ilumina, claramente, la
modalidad de acción de los fenómenos sugestivos y el poder post-hipnótico,
tanto de la circulación de los contenidos como de las atribuciones, vehiculizadas
en la “violencia primaria”fundante. Es, tal vez, en este accionar
“sugestivo-interpretativo” por donde se concreta la devolución
de los elementos alfa, en la función de “ensoñación”
(Bion)
El fracaso de estos procesos arroja al infans a la situación de “no
ser”, ni un otro, ni una parte de la “grandeza de los padres”.
Durante el transcurso de estos procesos narcisizantes se sitúa la relación
del Ideal y la imagen con la mirada. La mirada libidinal, es la que “engendra
imagen” y la tanática es la que destruye el funcionamiento mental
fundante del sujeto, que cae “absorbido” en ese espejo de miradas
“que no ven a un otro”.
Esa mirada materna no solo carece del “deseo de un otro”, hasta
alcanza el punto en que “no hay bebé sexuado”, porque la
madre “lo ve” sin MIRAR, a través de esa singular alucinación
negativa que he descripto.
La desmentida, reforzada en estos casos por la madre, no declina.....se fortalece
y cohabita, en cada mirada, con el anhelo infantil de amparo y amor.....Trampa
mortífera que lo aprisiona en el ideal absoluto de lo Uno, en tanto perfección
y autosuficiencia. Estado de completud en el cual la mirada ya no ve más
que “duplicaciones de sí”. Vive frente al espejo sin VER-SE,
y no habrá un VER-SE introyectado, por la fallida circulación
a través del imprescindible reconocimiento de la mirada materna.... Y
entonces, tendrá que salir en busca de “su alma”, de un “alguien”
que se la prometa, en un algo, como si fuera “la mirada de VER-SE y MIRAR-SE,
siendo visto”, para así creer VER-SE en el espejo.
La pulsión escópica -idea ya presente en Freud y categorizada
por Lacan- y la función privilegiada de la mirada “que mira a un
otro”,se constituyen como se evidencia, en un eje capital del juego del
deseo en toda la sexualidad humana, y en sus desvíos. La resonancia que
tiene “este Freud”, el que se despliega en torno al “MIRAR-MIRAR-SE-SER
MIRADO”, poniendo en relación pene, falo, castración y la
mirada del otro, convoca al Lacan del ESTADIO DEL ESPEJO.
La angustia, presente desde los orígenes del funcionamiento mental, como
horror, terror, el SCHREK freudiano, que bordea “lo siniestro” ante
el “estado de desamparo”, preside también la experiencia
de “cuerpo despedazado o fragmentado”, vivencia anterior al ingreso
al ESTADIO DEL ESPEJO.
Este estado, que reaparece en los momentos pre-psicóticos, es una vivencia
de “desatadura” de la imagen del cuerpo unificado y es el que anuncia
el riesgo de derrumbe identificatorio. Se corresponde clínicamente, con
las crisis desidentificatorias y ciertas crisis esquizofrénicas de la
adolescencia.
Es por todo lo ya enunciado, que al describir el eje “MIRAR-SE-SER MIRADO”,
le agrego una coma, una Y, y unos puntos suspensivos; para situar los destinos
varios que se derivan de este eje, en la constitución de la identidad
sexual y del desear.
Este tan precario “yo hilvanado”, ni subjetivado ni consolidado,
instalado en una frágil ilusión de unidad, depende de una mirada
a cualquier precio. Pero, ¿qué mirada encontrará?. Solo
reediciones de aquella que lo sedujo y, o lo fundó y sostuvo hasta su
consolidación, o lo abandonó, confundido y vacío de deseo
y de sexo.
Dos perspectivas. Y en ambas, la relación entre el mirar, el autoerotismo
y el pasaje a la sexuación y al desear, hace participar -tanto en el
nivel escópico del narcisismo como en el simbólico del deseo-
la MIRADA del otro que narcisiza y organiza.
Seducido y arrojado prematuramente de un precario trono aterrador, “His
majesty the baby”, precipitado en su caída hacia un estado de casi
despojo, solo intentará ...SOBREVIVIR.