Repetición y Creatividad


Dra. Raquel Zak Goldstein
Mar del Plata, 29/11/97

Presentación:

Tema: Repetición y Creatividad. Los trabajos de Raquel, Raquel Zak de Goldstein, Médica, Psicoanalista, Psicoanalista (...) de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

Yo, el otro día resumí como la palabra “creadora”. ¿Por qué?. Porque mirando sus trabajos, tiene una característica: es la no repetición. Cada tema es un tema creado, y cada uno de ellos deja una impronta. No repite, no repite lo dicho sino que busca aquello no dicho.

Habla del continente negro femenino, habla de la perversión, habla de muchas cosas en las que busca distinguirse, busca diferenciarse, no por la mera diferenciación, sino porque encuentra qué hay de creativo, qué hay de nuevo, qué hay de diferente y qué puede aportar.

Hoy nos va a hablar de psicoanálisis, repetición, creación. La escuchamos.

Dra. Raquel:

Bueno. Realmente le doy gracias a Marcos, no sólo por la amabilidad y la actitud y la invitación que sé que parte de él y de todos ustedes, sino porque me sorprende –hace años que no hablamos, nos conocemos- la impresión grata, importante para uno, la impresión de que alguien te lee y se da cuenta de tu intención, por los menos.

Yo no soy lacaniana. Lo digo para que se entienda que tomo el pensamiento de Lacan pero no lo sigo en su totalidad ni la técnica. Sí me impresionan muchas cuestiones de su pensamiento, de su escritura.

Ustedes se preguntarán ¿por qué lo dice?, declaración de principios. No, no. Coincido por ejemplo con una concepción central de Lacan: la función de la Ley de Reconocimiento.

Entonces cuando Marcos dice esto, y cómo lo dice y en función de qué, tema de hoy, tema de atrevimiento, no lucimiento. Sí, asumir el riesgo de pensar. Sería, evitar la tentación mortífera del repetir, me siento reconocida, verdaderamente. Porque si bien es grato jugar, y no repetir, es incierto. Si bien hay esperanza, puede haber dolor, puede haber error, puede haber frustración. En general los juegos caen. Sostener el juego más allá del primer tiempo del juego no es fácil.

Yo pinto, amateur, pero pinto. Desde muy joven. Tengo la gran suerte de tener una hija pintora, que pinta en serio. Y es un trabajo, pintar, investigar, crear, pensar.

Es poner a trabajar el inconsciente, su dimensión de maravilla y de riesgo. De riesgo de exceso, de riesgo de desinvestidura. Precisamente creo que de este modo, y hablando de lo que uno está sintiendo mientras suceden las cosas en este rato con ustedes y con Marcos, de este modo creo que queda bien introducido el peso, la pregnancia del título que eligieron para hoy.

No es elogio, realmente. O es que yo encuentro la pregnancia, o la tiene. Creo que la tiene. Así que a quien haya elegido esto, van felicitaciones y reconocimiento.

¿Por qué pregnancia?. Por ejemplo. Por lo que convoca en cuanto a grandes temas del psicoanálisis, seguramente voy a repetir cuestiones que ustedes conocen muy bien, pero conviene que las podamos fijar, actualizar y luego discutir sobre ellas.

La primer parte de la presentación mía, se va centrar en las bibliografías y en la terminología que convoca el tema “repetición”. Y la segunda parte, se va a centrar en algunos tramos de una conferencia que acabo de presentar en el encuentro de Winnicott y que va a salir publicada en Zona Erógena ahora, y que dejé una copia para Marcos, una personal y una para la Institución.

La Conferencia se tituló “Ilusión y Nostalgia” -la segunda parte- y está dedicada al tema de la amistad. Y precisamente, porque acababa de morir Miguel Angel Rubinstein, colega por supuesto muy querido en la Institución, muy amigo y muy cercano a mí.

De manera que me parece, me pareció y me parece que el lugar que tiene el concepto y la función de la amistad, merece ser estudiado metapsicológicamente. Y esto es lo que me propuse en la segunda parte de mi presentación.

El primer tramo de mi presentación.

Repetición y Creatividad tiene que ver, lo que atañe a repetición, y obstrucciones en la creatividad, con la noción de trauma, noción muy ampliada en los últimos años del psicoanálisis, en particular, en uno de los trabajos centrales de Willy Baranger, con Marlene Baranger y Jorge Mom, presentado en Panel Central del Congreso Internacional de Montreal, en el ´87: “El trauma infantil de Freud a nuestros días. Trauma. Retroactividad”.

El otro nivel que convoca la idea de repetición, se refiere a una problemática que centra varios campos. El campo de las patologías graves, el campo de la supuesta inanalizabilidad, el campo de la psicosis, y el campo de la familia. Me estoy refiriendo al problema de las identificaciones patógenas y el lugar central que la desidentificación de esta identificación patógena tiene en la cura psicoanalítica.

Esto está puesto en un artículo que se titula “Acerca de la desidentificación”, está en el libro “Artesanías Psicoanalíticas”.

El tema gira en torno a un desafío clínico capital: la desidentificación de esta identificación patógena, bordeando los riesgos de la desestructuración. De manera que así como la identificación proviene de una alienación que nos da al mismo tiempo el don mayor, la identidad, y la cadena perpetua. Así, el tema de la desidentificación, plantea un desafío de largo aliento. Pasar de la identificación con ese objeto primordial, cuyos rasgos, ojalá suficientemente buenos, y si no, determinantes de patología, se transforme de un muerto vivo -diríamos- habitante, dominante de nuestro mundo interno, en otro objetibable.

Todos sabemos que ese es el (eim), el propósito central del psicoanálisis.

También repetición abre un debate creciente y muy positivamente en auge. Se trata de lo que Freud pone en “Análisis Terminable e Interminable” como lo que no se puede, que es, suturar las alteraciones del yo. Freud habla en “Análisis Terminable e Interminable” de tres cuestiones. Dos tratables, el trauma, intensidad pulsional -lo de intensidad pulsional está por verse- , y lo no tratable, las alteraciones del yo.

Y como por suerte para nosotros, al final de su vida trata en dos artículos, en forma definitivamente señera la cuestión, podemos remitirnos a ellos. Son: “La escisión del yo en los mecanismos defensivos” y “El fetichismo”. “La escisión del yo..” no nos deja dudas, se trata de la enorme cuestión que ya Melanie Klein trata, toma, retoma en el funcionamiento esquizoparanoide, que Winnicott retoma a su manera en la cuestión de verdadero y falso self. Que para Lacan está situada en la spaltung esencial, la barradura del sujeto, estamos hablando de la identificación, que nos constituye y nos aliena, o sea, barrados, en tensión permanente. Y estamos pensando en alteraciones del yo, en las cuales, para cerrar este punto, predominan las defensas primitivas, en detrimento de las defensas neuróticas.

Para el tema de las alteraciones del yo, la repetición y la clínica, podemos convocar a Winnicott, por ejemplo. Sería, con Winnicott, el subtítulo de hoy: “En busca del fallo no vivido”. Fallo del medio ambiente, soporte de los tres tiempos del yo, yo primitivo real, yo de placer, yo real definitivo.

Freud ya dijo, para que haya yo placer, se tiene que dar una presencia parental, que garantice las condiciones que hagan posible que el yo se desprenda del displacer, por el mecanismo del odio proyectivo estructurante.

Aquí podemos situar la hipótesis de Winnicott respecto a madre suficientemente buena, medio ambiente facilitador. Ahí tiene que estar. ¿Para qué?. Para que el (impinchment), la intrusión del principio de realidad, como displacer interno, no se imponga al yo como trabajo de organización psíquica en función de frustración, porque si lo fuera, si fuera necesario este trabajo con la frustración, los mecanismos primitivos tendrían que ser convocados. Por ejemplo, desentenderse del soma. Entenderse con el soma es una tarea permanente, persistente, que necesita tiempo prolongado para transformar en representaciones mentales el acontecer del soma, que entra en interacción con el acontecer de la pulsión y el objeto.

Dejamos por ahora allí. Pero se nos hace claro por qué las alteraciones del yo están respondiendo a una exigencia de trabajo con la realidad, y no por la pulsión. Recuerdan cómo se define la pulsión: la medida de exigencia de trabajo que se le impone al funcionamiento mental. La realidad no debe agregarse como exigencia de trabajo antes de...¿antes de qué?.

Para Winnicott sería, y lo necesitamos en estos tiempos constitutivos -después podemos hablar de Freud en los tiempos constitutivos- el grito, el (cri), ya lo dije, creo, el otro convocado, el Otro y el otro, como el otro del discurso y de la asistencia que tendrá que darle al (cri) al primer grito, sentido. Pero no sólo sentido. También el acople de la necesidad, tan perfecto -tema que Winnicott llama instante de ilusión- tan perfecto que, el yo primitivo real se l crea, como dicen los chicos.

Es decir, todo es yo. Después vendrá la famosa expresión de Rambaud, que usa mucho Lacan cuando diga “pero yo, es otro”, cuando se vea en el espejo. Y ahí comienza la historia de concertar estas dos situaciones.

Pero en general, se puede. Se puede si el otro, en términos de Freud, está en posición de ayudante. En esa posición, y dejamos para pasar al otro punto, esta condición de ayudante es garante de un momento de omnipotencia del pensamiento que consolida el yo primitivo real, que mantiene una vigencia del procesamiento psíquico independiente del trabajo con el juicio de realidad y el juicio de atribución y todo lo que atormenta a este yo incipiente cuando la frustración pasa de cierto grado, en el cual ya exige procesamiento psíquico, o trauma, o alteraciones del yo, o mecanismos primitivos: desmentida, forclusión, eventualmente.

¿Qué más?. Repetición apunta, como dije, en busca del fallo no vivido, apunta a un fallo, que es fallo y no es sólo trauma fundante. Sabemos cuál es la diferencia, podemos hablar, si quieren, luego, entre trauma fundante y fallo.

El fallo es aquello que acontece, como dije antes, cuando la frustración excede la dimensión actual de ese aparato psíquico de procesar la tensión endógena y el displacer. Excede las posibilidades de ese yo de poder proyectar, con odio, el displacer. En ese caso, tenemos un fallo. Pero este fallo, es fallo registrado como angustia, pero no es vivido; aún ese yo no es el yo que organiza las vivencias en forma de fantasías que tengan el sentido de suturar con significaciones, el momento de caída. Entonces no habrá caída, habrá un puente de significaciones, si pudo.

Pero si no pudo, si es prematuro, o en condiciones traumáticas, tenemos lo que Winnicott llama (gap) o derrumbe, o miniderrumbe y que en la teoría analítica amplia, se llama trauma, minitrauma, microtraumas -como los llamó (Matsucan)- o lo asocié a micropolitraumas, porque son a repetición, y tienen un sentido de un (by-pass) al soma.

El terror, que es la condición de la angustia traumática, tiene una resonancia inmediata somática. Y las somatosis tienen mucho que ver con fenómenos de terror. Terror sin nombre, angustia inconcebible, angustia impensable, angustia sin objeto de Mom, denominaciones que pueblan el discurso psicoanalítico y sostienen este referente, un estado que Freud llama terror o (schuek), que es anterior, anterior en términos de menos definido que puede determinar un estado de angustia, una angustia señal.

Si queremos pensar a partir de este punto las patologías actuales, las neurosis de angustia, histerias de angustia, ahora denominadas panic disorders, panic (disis).

No sé cuántos de ustedes hicieron este ejercicio por ahí, si no se les ocurrió, háganlo, si pueden. Retomen el tomo I, neurosis de angustia, pongan al lado el DSM4, lo comparan y dicen “Caramba, leyeron a Freud”. Hicieron un xerox de Freud.

El problema no es ése. El problema es que el tratamiento que proponen está totalmente en contra del tratamiento Freudiano. Por favor, no estoy en contra de usar sustancias que reduzcan el impacto somático-traumático del terror, porque una vez articuladas o rearticuladas las respuestas de terror, nosotros tenemos que tener un paciente que pueda significar y no que viva instantes sucesivos de angustia terrorífica traumática.

Así que, no estoy en contra de que nos asista la medicación, a nosotros, analistas.

Entonces, en busca del fallo no vivido, por supuesto en transferencia, para Winnicott sigue la línea del (gap), derrumbe, descongelar lo congelado, abordar la ira congelada que, la ira congelada es obviamente la agresividad, que se sostuvo en una dimensión disociada porque no hubo juego agresivo permitido posible en determinado tiempo en que tendría haber sido aceptado, asimilado, por el objeto cuidador, el ayudante.

Sobre lo no vivido, o vivido no pensado, diría yo mejor, tenemos dos abordajes interesantes. (Prozolato), que trata el tema de la relación de desconocido, en un texto, en un libro, y Cristopher Bollas, “Lo sabido no pensado”. Creo que el título en sí es tan claro, que no necesita aclaraciones. Sí es interesante relacionarlo con el momento de surgimiento de lo que se llama significantes de demarcación. Tiempos estructurantes, o representaciones de demarcación. Porque el tramo no pensado, apensado, es un tramo de huellas importantes. Y si estas huellas, en lugar de ser huellas de vínculo, de relación de investidura, son huellas de reinvestidura, dislocadas, somática o una huella de investidura del objeto ideal tenemos, en la somatosis, con la tendencia autista. Cuando la investidura se hace al objeto ideal, y se clausuran el resto de las investiduras.

Ahí tenemos la bibliografía de Frances Tustyn, el cascarón protector, barreras autistas en pacientes neuróticos, son nuestros pacientes a menudo. Barreras autistas en pacientes neuróticos. Se acompañan de mecanismos de escisión, crónicos, rígidos, resistentes, que solamente con un entendimiento del analista, son considerados barreras protectoras y no ataques al analista.

Sí, ataques a la posibilidad de pensar del analista, pero no al analista. Es una importante diferencia. ¿Por qué no quiere que piense el analista?. En realidad no quiere que “no piense al analista”, hace lo que le hicieron, enloquecer. No estamos acusando a nadie.

Una señora con déficit narcisístico, no puede otra cosa que hacer que su hijo o hija le mire como la fuente, le da el reflejo a Narciso. Pero ustedes, quizá escucharon sobre la versión de Oscar Wilde, titulada “El discípulo”, en la que se describe la reversión de esta situación.

No es Narciso que mira a la madre, arroyuelo para que la madre le refleje, no es un arroyuelo que le refleja, es un arroyuelo que no le refleja. Sabemos muy bien qué significa esto. Y el arroyuelo no le refleja, no por maldad. Porque necesita que le mire el hijo para existir, o hija.

Cuando Narciso se suicida, y hoy cuando escuchaba, hice mi nota, en vigor y en rigor, se está tirando al hueco, lago, hueco vacío de la mirada vacía de una madre que no puede mirar porque no ha sido mirada, ley de reconocimiento fallida, sino que mira para ser vista. No tiene imagen para darle “tú has de ser”. Necesita una mirada para sostenerse por encima de su propio (gap).

Así que se entiende muy bien que el suicidio, como lo describen también en Lacan, es la vivencia de ser cosa, no persona vista y reconocida, que termina precipitándose por el hueco de esa mirada hueca. Hoy lo entendí gracias al diálogo que se produjo. Es decir, terminé de articular estas ideas que vengo trabajando, porque tomé a Olimpia, en “Lo siniestro” de Freud, y Olimpia es una muñeca que no ve, con el viejo refrán de “Ojos que no ven, corazón que no siente”. Porque esta señora no puede sentir, no aguanta sentir. Pero nosotros tenemos que traer a esta señora a nuestra consulta analítica para entender por qué este señor o esta señora permanece en un estado narcisista aparentemente irreversible. Aparentemente. Por eso quise hablar de la clínica actual.

¿Por qué es aparente?. Porque significa sino, la muerte del objeto dependiente. Se entiende. Ultimamente, en una supervisión, el colega supervisante trae un paciente para supervisar, que vive una experiencia siniestra con suficiente soporte interno, pero igualmente desequilibrante, porque la señora a quien él dejó de sostener, viuda, realmente se precipita en el vacío, cuando él comienza a tener una actitud independiente, firme y objetivamente independiente. Se entiende lo que quiero decir.

De manera que, claro, es por eso que es difícil para nosotros nuestro trabajo. Porque necesitamos llegar con suerte a transitar, salvo en los casos que se zambullen en el diván en estado de regresión maligna, sino, necesitamos llegar, y cuando estamos llegando, nos enfrentamos con los monstruos que hemos convocado y que no podemos -decía Freud-, despedir sin interrogar. Y creo que esto centra, circunscribe los monstruos, que son las figuras terroríficas transgeneracionales que aterrorizan al objeto que transgeneracionalmente necesita el soporte de alguien que, para serlo, si dispone de lo necesario como estructura, hará un cascarón y dirá “Llorá en mi hombro, yo soy fuerte”. Hasta que revienta el cascarón. Por ejemplo, un brote, por ejemplo, una somatosis grave. O la crisis de la mitad de la vida.
Se entiende bien a lo que nos estamos refiriendo, como interrelaciones de patologías. Y ustedes ven que, tenemos de sobra los analistas con cierta experiencia, nociones de clínica y puntos para articular y comprender que esta es la dinámica de lo que se llama no solo intrapsíquico sino intersubjetivo. Freud es intrapsíquico, pero da múltiples líneas para lo intersubjetivo. Y nos cabe a nosotros seguir desarrollando.

Esta persona, que viene en busca del fallo no vivido o vivido no pensado, es una persona profundamente desconfiada, con respecto a volver a jugar un juego con el otro que no jugó un juego. No jugó porque no pudo jugar. Tiene que autosostenerse y atraer toda la atención necesaria para complementar su autosostenimiento. De manera que no va a jugar. Va a venir con su pertrecho, con su estructura, con su organización defensiva. Jugar significaría poner en juego el inconsciente, y en el inconsciente no están sólo los angelitos.

Estábamos viendo que el odio y la agresividad, son esenciales para reconocer lo no yo, y para poder probar la propia capacidad primaria, pulsional primaria. No estamos hablando de destructividad intencional, ni estamos hablando de pulsión de muerte como repetición ni como compulsión. Estamos hablando de la vitalidad y de la reacción ante el dolor, que es una posición que sostiene por ejemplo Winnicott.

El tema entonces, del horror a la dependencia, para completar un poquito la idea, implica a un analizando que se centra en el autocontrol, y que está en contra del cambio, en contra de la incertidumbre y por supuesto no va a poder poner en juego el inconsciente para crear con un otro como objeto, o como otro porque eso implica el peligro de desestructuración, pero sobre todo, de apertura y herida narcisista. Es decir, si me hacen daño en la condición de perplejidad y de dependencia en realidad, que tengo del otro, el daño no va a ser a la superficie, algún sector de la autoestima o de la imagen. Va al corazón. Es herido de muerte. De manera que es lógico que se proteja.

Otto Kernberg, el presidente actual de la IPA, hizo un trabajo que creo que se consigue, no sé si en castellano. “40 o más formas de matar la creatividad de los candidatos durante la formación analítica”. Muy interesante.

El analista, o el colega que transmite psicoanálisis puede, con la mejor intención del mundo, querer construir un sistema de certezas suficientes. Suficientes, puede ser una buenísima persona, querer transmitir por ejemplo, bueno, la pulsión es la medida del trabajo para el funcionamiento mental. Si no digo eso me siento un poco inútil. Pero, no me banco si no abro el abanico de la literatura para que Uds. lean. O relean. Me parece que no puede ser. Porque a mí me criaron así, por supuesto, analíticamente.

Entonces, el analista también está en una posición en la que tiene que transitar para sí mismo, por lo menos los varios esquemas referenciales, lo sólidos, consolidados para mí, son sólidos y consolidados si se sostienen dentro del edificio teórico, del corpus teórico freudiano. Los cinco o seis paradigmas que hacen que el pensamiento analítico se autosostenga. Ustedes dirán, ¿cómo auto, Raquel, no era hetero?. No, auto significa que las propias dudas que surgen dentro del edificio teórico se respondan dentro de sus parámetros mayores. Por ejemplo, inconsciente, represión, pulsión, sexualidad infantil, Complejo de Edipo, transferencia.
Quizás con algunos de estos, tenemos suficiente como para, y espero que dentro de veinte años me digan “sí, Raquel, está bien, se autosostienen”. Que con esto, se sostiene la condición básica del descubrimiento de Freud. El descubrimiento del inconsciente. Y lo que soporta.

Entonces, en la formación, tenemos que escapar de este deseo de simplificación, es lógico, queremos plantar conceptos, algunos tienen que ser plantados. Acabo de plantar algunos. Constantemente los repetimos, los repasamos. Pero no tanto, como para no dejar un borde suficientemente abierto, a partir del cual ustedes puedan articular. La segunda parte de mi conferencia la voy a centrar, y uno de los trabajos hizo alusión a ese artículo tan querible, “El creador literario y el fantaseo”.

¿Por qué?, porque ahí Freud pone, planta bandera sobre el tema del juego, el tema de la repetición, el tema de la pulsión de muerte, el tema del trauma, el tema de la elaboración, el tema de la creación, el tema de la poética, el tema de las metáforas, el tema de la metonimia, el tema del sueño,...ya tenemos bastante. El tema de la transferencia, por supuesto. El juego del carretel. Está todo bien, todo se articula ahí.

Entonces, repetición, también alude a un carácter de la pulsión. La pulsión en sí tiende a repetirse y a extinguirse. Es su intención, si es que se puede llamar así. Y además atormenta con un riesgo: repetición, destino, pasión, pasión de la pulsión, adhesión al amor pasional primitivo.

¿Cuál es el eje?, Freud. Enamoramiento e hipnosis. Dentro de Freud mismo, la madre es la primera hipnotizadora, la madre es la primera seductora. Pero hablamos de seducción en función de trauma constitutivo. O sea, alejarle del destino natural de la pulsión, que sería desinvestir y apagarse.

La madre, esa figura, la asistente, tiene que seducir, imponerle un trabajo a la pulsión y como dice Piera Aulagnier, condenarle a investir. Es un hermoso trabajo de Piera Aulagnier. Condenarle a investir.

También podemos recordar otro hermoso trabajo de Piera para el otro eje de esta primera parte de mi presentación.

La repetición, la así llamada reacción terapéutica negativa, la compulsión, el trabajo de lo negativo, con André Green y nuestro desafío, en la cura. Sé que estamos todos de acuerdo en este tema.


Entonces, la madre seductora, sí impone una seducción, trauma fundante. Sustrae a ese infans sujeto, que es infans aún, de una muerte anunciada, si no lo hiciera.

El estudio de (Siptz), sobre el hospitalismo, es el ejemplo cabal de lo que es el destino de la pulsión, si uno existe del otro lado, del lado del aparato psíquico materno, de la pareja sexual erótica heterosexual en el accionar interno del deseo de la madre, si no existe esta otra posición, desequilibrante, ¿por qué?, porque movida por un deseo de bebé, que está a su vez marcada por un deseo de inmortalidad, no va a convocar el eros, en contra del tánatos de la pulsión. ¿Se entiende?. Y el eros es una exigencia del trabajo para el funcionamiento mental, que no necesita ser exigido.

Porque el eros está también. Pero se necesita un desequilibrio. De manera que el crecimiento de la frustración en los tiempos constitutivos, no llegue, no alcance a un nivel irreversible para ese incipiente funcionamiento mental. Eso es lo que se llama, en vulgarcito, madre suficientemente buena o medio ambiente facilitador.

Y el no tan vulgar, en metapsicología se llama auxilio ajeno. Freud.

En esta posición de auxilio ajeno, es mucho más deseo de bebé, de los padres, que la posibilidad se juega también la madre del dolor, de la frustración. Del displacer, soportable en cada instante.

¿Por qué hablo del dolor?. Porque Piera Aulagnier, tan, tan, tan últimamente valiosa como productora de pensamiento, habló también de la función del sufrimiento, en un artículo muy recomendable.

Ella se plantea la función del sufrimiento de una manera clínica muy importante, en relación a la expectativa de un futuro mejor. De manera que ahí nos muestra cómo se captura el sufrimiento, colocándolo como masoquismo. Porque Freud se enteró de la idea de pulsión de muerte, forzado por el problema económico del masoquismo, que ya no basta, que ya no puede ser resuelto en función de la economía, ni de la dinámica, sino que tiene que ser entendido en términos subjetivos, de significación, y de trabajo del yo, en función de un proyecto identificatorio.

“El día que me libere de esta torturadora, voy a...”. Y al mismo tiempo se invistió el masoquismo, el dolor, hasta los extremos que conocemos de irreversibilidad. Creo que está claro lo que quiero decir.

Reversibilidad es el tema que trata Green, muy sentidamente, desde el prólogo en adelante, en el libro sobre “El trabajo de lo negativo”. No lo vamos a tocar hoy, pero creo que merece, para la problemática actual, para la cura, para nuestro desafío como analistas, transitar las regiones donde el sufrimiento es, pero es mudo. Marquemos esto.

Entonces, la demanda no es la clásica demanda, “esto me duele...”; no sabe qué decir. No vamos a abundar sobre esto, podemos después discutirlo, pero este dolor mudo ya estuvo anunciado por Freud en interminables posiciones, pero sobre todo muy destacado en Melanie Klein en “Notas sobre algunos mecanismos esquizoides”. Porque habla de “una otra angustia”; ni la esquizoparanoide, ni la depresiva, ni la confusional, que conocemos bien. La angustia silenciosa, la angustia esquizoide.

Hoy, entonces, retornemos a la pregunta. ¿Por qué angustia esquizoide?. Bueno, porque déficits narcisísticos, transgeneracionalmente, imponen escisiones, sobreadaptaciones, que dan lugar a una apariencia de normalidad. Normópatas. No consultan, o son enviados forzados por la esposa, el esposo, los hijos, la empresa, o un sindrome de depresión, o bueno, las somatosis si tenemos suerte y los clínicos piensan que el análisis sirve, etc.

Bien. De manera que tenemos en cuenta que la posición de los tiempos estructurantes -volvemos atrás-, es esencial. El auxiliar, el del auxilio ajeno tiene que estar mínima, pero suficientemente dotado para no hacer una explotación de esa “materia percipiente”, como la define Freud, en estado de constituirse hacia la hominización. Tiempo mínimo, donde Winnicott coloca la omnipotencia del pensar, la gratificación alucinatoria, la carga de anhelo, yo pongo el yo primitivo real, y el lo llama ilusión. Tiempo de acople supuestamente perfecto, donde la necesidad no se hace evidente y pareciera que el deseo se realiza.

Señoras y señores, si esto está bien, este infantil, percipiente, va a soñar. Tiene cómo soñar: gratificación alucinatoria de deseo. Si no, ¿qué es lo que tenemos?. El cuadro que llamamos psicosis. No se puede dormir, porque no puede soñar. Porque no puede soñar, porque no se puede dormir. Y no se va a dormir porque no puede soñar. Porque los monstruos del Averno, tienen carácter imaginario, imperativo. No hay anudamiento simbólico, no hay cortes entre las categorías. Y esos cortes sí se introducen, para luego anudarse, si la salida de la ilusión, o sea, la desilusión la encuentra en mínimas condiciones. ¿Cuáles son?: el poeta y el fantaseo.

Para Winnicott, que no habló de poesía, pero ahí nomás estuvo, se trata de transicionalidad, fenómenos y objetos transicionales. Con sus precursores, porque no es de la noche a la mañana, el uso de objetos, el uso de objetos implica el uso del odio. Y Winnicott, clínico y pediatra lo coloca inmediatamente. Si te puedo morder y sobrevives, existes, pecho, pezón. Todo es igual, todo es un imaginario. Y si existes es porque los juicios que el yo comienza a utilizar, no están interferidos en un hecho traumático, como sería el alejamiento hostil del ayudante. ¿Se entiende?.

Entonces repetición y reacción terapéutica negativa. Hay un trabajo de (Pontaliz), muy interesante también, que se refiere a la reacción terapéutica negativa entendida como un largo periplo, que antecede la recuperación de la confianza, en este caso en el analista, que implica confianza en la dependencia. ¿Qué dependencia?. No la patológica, ni la pasional. Este me va a cuidar, nada menos que el ayudante. Este me va a cuidar, no me va a introducir sus teorías, no me va a introducir ni físicamente, ni económicamente sus necesidades, sino que va a escuchar en un campo en el cual yo voy a dejar surgir mi inconsciente, que es el creador de significaciones.

Así que el inconsciente creación en acto. Para ello se necesita esa mínima pero consolidada confianza en que el otro me mira, esperando mi producción. Registrando mi producción. Esto en Winnicott tiene muchas resonancias. Por ejemplo, la capacidad de jugar a solas en presencia de la madre, que Melanie Klein puso de otra manera pero también en muy primer plano, la capacidad para estar a solas. Que no significa ni autismo, ni esquizoidía, ni...no sé que otra cosa peor podría ser.

Cuando no se trata de estar a solas, pero conectado con los otros, ya reconocidos como tales.
Para Winnicott, en la clínica, se trata, en un artículo fundamental, que se titula “Aspectos metapsicológicos y clínicos de la regresión a la dependencia en la situación analítica”. Se trata del tiempo de espera, tiempo de espera con condiciones suficientes como para que, como decía graciosamente Winnicott, la nodriza, que es uno, vigilante, controlador, obsesivo, paranoide, esquizoide, pero buen tipo, que lo que quiere es garantizarse antes de tirarse a la pileta, de que hay agua, de que hay alguien que lo va a recibir.

Pueden pasar muchísimos años de análisis de esto que sería aparentemente análisis del carácter. Que no creo que es análisis del carácter, pero que tiene que ver. Es análisis de las defensas. Es análisis de los objetos perseguidores. Es también el análisis de la patología del duelo. Bueno. Podríamos centrarnos también en un artículo Freudiano, “Duelo o Melancolía”, porque no es “y”, es “o”, es una opción fundamental.

¿Y qué es lo que diferencia el duelo de la melancolía?. El narcisismo. Lo dice Freud. Pero yo me digo, ¿el narcisismo de quién, a esta altura de la literatura analítica?. Por ejemplo, ¿qué dice Lacan?. El niño es el falo de la madre. El niño ha completado a la madre, tiene que ser así, durante un breve tiempo. Hasta que la madre, ausentándose, porque su genitalidad, la lleva al objeto de su deseo que no es el niño, le hace un breve abandono decisivo. Decisivo porque si viene, viene en un momento adecuado, los fenómenos y objetos transicionales le entre-tienen, en tanto la frustración no llega porque la alucinación de deseo está en juego, será un pequeño poeta, la madre ha vuelto a (suspiro), la investidura se da, la gratificación se da, la presencia reaseguradora está.

Entonces ya hablamos del trabajo de lo negativo, ya hablamos de la somatosis, de los riesgos de desastre ecológico de este ecosistema temprano, prematuro, que a mí me gusta llamar contexto fundante, ecosistema que se autosostiene por las categorías que están en juego: la madre, el padre, el deseo de bebé, la diferencia de los sexos, la sexualidad genital, la elección de objeto, la posibilidad de espejo o el retorno, etc., etc., lo que ya sabemos, y, si no, compulsión de repetición. ¿De qué?, de los modelos de lo vivido. ¿De qué?, de un modo de “relación objetal”, que sí lo es, pero impregnado del masoquismo, del dolor, de esta finalidad económica del sufrimiento, como lo plantea Piera Aulagnier, y en esa situación, no tenemos otra posibilidad que pensar con “Análisis Terminable e Interminable”, que, más allá del placer, hay repetición, y habrá un tipo de repetición como en el juego del “Fort-Da”. Con casi ninguna creatividad, si lo pensamos..., en fin, cierta creatividad, pero no en el sentido en que el poeta, el creador literario y el fantaseo introducen.

Hemos hablado ya de lo negativo, dije, las escisiones, de las relaciones enloquecedoras, de las somatosis, hemos nombrado las normopatías, todas referidas, como hemos descripto, a los fenómenos esquizoides, los encapsulamientos, a la sobreadaptación, a la búsqueda de reconocimiento en función de una mimesis, y no de una identificación secundaria que (....fin cinta lado A).... y la identidad.

Con respecto a la repetición, o la cura, voy a leer, más o menos textualmente, la cita que les comentaba, de “Recuerdo, repetición y reelaboración”, está en Amorrortu, en la página 151. Vale la pena tenerla muy presente, para el trabajo clínico, para teorizar nuestro trabajo clínico.

Dice más o menos así Freud: “Para un tipo particular de importantes vivencias sobrevenidas en épocas muy tempranas de la infancia, y que en su tiempo no fueron entendidas pero han hallado inteligencia e interpretación, resignificadas (como Nagtrelli?), la mayoría de las veces es imposible despertar el recuerdo. Se llega sólo a tomar noticia por medio de los sueños y por medio de los más probatorios motivos, pero extraídos de la ensambladura de la neurosis” -es decir, deducidos- . Lo fuerzan a uno, esto elementos, a creer en ellas, a uno, paciente. Hasta es posible convencerse el analista también, de que el analizando, superadas sus resistencias, no aduce contra ese supuesto de nuestra construcción, la falta de sentimiento de recuerdo, sensación de familiaridad.

Sostenemos con esto la idea de construcciones, nos mantenemos a distancia con esto de la idea de que todo debe provenir de recuerdos, en nuestro trabajo con recuerdos. Esto sostiene nuestra idea sobre la historización, que es un concepto que nos da fuerza, para el trabajo analítico, porque historizar, implica...hay un chiste de Lacan que insiste, histerizar no, historizar. Y nos ayuda , porque efectivamente, histerizar es una memoria, reminiscencia, en el sentido que estamos entendiendo. Historizar es intentar reducir ese funcionamiento.

Voy a leer algunos lineamientos, entonces, sobre la segunda parte de mi presentación, hoy, que está centrada en la idea clínica de llegar el niño del inconsciente y hacer que juegue con el analista. Que juegue en el campo de la transferencia, en el campo dinámico, en un aquí y ahora, que traerá o recuerdos, o repeticiones de transferencia o material que nos permita hacer construcciones convincentes.

Yo me decía que, estar entre amigos, como aquí, compartir un fuerte interés en el psicoanálisis, es en cierto modo, un espacio de ilusión, aquí, en el sentido de Winnicott. Y tiene algo, un carácter de “patio de recreo”. No es una conferencia tecnológica, es nuestro imperecedero playground, por eso podemos estar un sábado aquí, con altibajos, porque estamos vivos, viviendo. Es la verdad. La pasión por el psicoanálisis tiene mucho que ver con que entre muchos, podemos convocar el inconsciente y sostenernos a suficiente distancia como para sentir que nuestro quehacer crea y estamos vivos. Tan vivos como en los momentos más vividos.

Allí habitamos, a mi entender, la cultura, pero en su aspecto benéfico. Porque Freud habla del malestar en la cultura. Nosotros estamos conviviendo un momento de bienestar. Este es el lugar donde el inconsciente se manifiesta en su dimensión creadora.

Y así retornamos al vivir. Porque nuestro yo es un yo función, es un yo con servidumbre, es un yo de identificaciones imperativas, es un yo comandado, es un yo de la repetición, adaptación y repetición. Y queremos sentir un ratito de inconsciente, de juego, de atrevimiento, de absurdo, de sorpresa.

La metapsicología de la amistad, y su relación con la poética, y con lo que hace el vivir humano, es otra de las intenciones, quizás, de estas reuniones. Freud ya nos advirtió. Además del narcisismo de la autoconservación, es necesario amar, para no enfermar. Lo dije en la introducción del narcisismo. De ahí entonces también, lo central del término “duelo”, no por el pecho. Quienes piensen kleinianamente, es respetable que piensen que es el pecho. Quien piensa con Lacan, piensa que está en función del falo. Sin duda se trata del objeto originario, el primer objeto, el que funda en los tiempos del complejo del semejante, la posibilidad constitutiva. La sombra, el doble, lo siniestro.

Este título, Ilusión y Nostalgia, indica un paso decisivo en la cura. Porque ilusión es un término muy específicamente Winnicottiano, ya lo expliqué, y se diferencia del uso que le da Freud por ejemplo en “El porvenir de una ilusión”. Nostalgia es un término absolutamente freudiano.

Este planteo me recuerda títulos como el de Winnicott, que habla del hogar como punto de partida “Home is where is (....) from”, y este término hogar, home, nos lleva a Freud, en “Lo siniestro”: el hogar, lo familiar, lo que nos hace sentir seguros. Pero el hogar tiene dos caras, lo familiar, y la otra.

La otra es siniestra, porque evoca la pérdida, el desgarro, el corte, el instante en que la madre dio la espalda, dando indicios de que uno no es “la vida” para ella, aunque uno luego vuelva a creer que sí, pero ya se enteró de que no y que sí.

Lo característico de esta esencial raíz familiar, es lo familiar amoroso y la contracara, lo prohibido regresivo. En la salida de esta endogamia, se encuentra por supuesto la estructuración, las diferencias, y el prójimo. Pero al mismo tiempo, las angustias que se tienen que procesar en los juegos creativos.

Winnicott habla de la amistad, del ser cuidado y sostenido en la enfermedad, que podríamos identificar al (setting?), y de la poesía. Lo llama fenómenos curativos, cicatriciales, de los tiempos constitutivos, del gap, de la vivencia de desgarro, del sentimiento de incompletud, que sólo se completa con la cara-mitad, válganos el desastre de creer que uno se va a completar con la cara-mitad, porque entraríamos nuevamente en el anhelo de simbiosis.

Pero la ilusión se sostiene siempre en la búsqueda de un ajuste perfecto inicial, porque ese es el paradigma de la simbiosis, que supuestamente aplacaría todos los sufrimientos. Sin embargo, rápidamente la gente se entera de que en el momento en que se da un ajuste perfecto, el otro desaparece, se transforma en un doble, en un espejo, o en el ideal y empieza a constituirse un fenómeno que en la vida de pareja es muy frecuente, y es la rivalidad.

De manera que, viva la diferencia, también en este sentido.

El re-crear y re-crearse, es lo opuesto del repetir. En el repetir, lo que se repite es el fantasma del sufrimiento fundante. Si hubiera un supuesto momento fundante perfecto ideal, que no implicara ningún resto de frustración, no repetiríamos nada, seríamos absolutamente creativos, originales, pero es impensable entre otras razones, porque careceríamos de un centro de identidad que muy a la larga, no sé si se trata de atravesar el fantasma fundamental, como dice Lacan, o se trata de la desidentificación posible, tolerable. De todos modos es muy gradual.

Por supuesto que muchos tenemos buenos objetos internos de identificación, que se contraponen a este objeto superyoico que proviene de la frustración. Frustración es dolor, y dolor es masoquismo, y es relación con un objeto dominante.

El niño infans, dotado de fenómenos y objetos transicionales, empieza a entre-tenerse. Porque entretenerse es un término corriente. Pero también significa tener-se entre. Y eso me gustó. Es entre dos orillas. El momento interno, y el momento del reencuentro con el objeto de la satisfacción, de la necesidad y del deseo. Y de ese modo, entretenidos, incluso la televisión puede ser benéfica, entretenida. No sé quien decía “viejo” a él, “no te vuelvas viejo”, mejor.

Porque es cierto también, y lo decía Marcos, que el entretenimiento a veces se nos hace indispensable. Porque no podemos pensar todo el tiempo. Ni en términos de realidad objetivo y subjetiva, y diferenciada y no confusa, ni en términos creativos tampoco, ni siempre dormir y soñar. ¿Y qué hacemos en ese “mientras tanto”?.

Hay algo del entretenimiento en el sentido más común y burdo del término, que nos permite un estado de descanso, que no sea tampoco un estado de juego creativo. Yo creo que son dos tipos de estado de descanso, de posición de descanso, de la idea que describe Winnicott.

Vamos a ver qué dice Freud para cerrar, con respecto a las poetizaciones, ¿qué apoyo podemos tener en Freud?. Muy temprano, “Manuscrito M”, Tomo I, no recuerdo qué año, debe ser 1894, 93. Pág.293. Hablando de las fantasías, dice: “Las fantasías se generan por una conjugación inconsciente entre vivencias y cosas oídas, de acuerdo a tendencias. ¿Qué son las tendencias?, tratan de volver inasequible el recuerdo del que se generaron o del que se pueden generar síntomas. La formación de fantasías acontece por combinación, desfiguración, análogamente a la descomposición de un cuerpo químico que se combina con otro. Las fantasías de desarticulan y se recombinan”. Esto es interesante por “El creador literario y el fantaseo”, ¿recuerdan?, cuando dice “el niño se comporta como un poeta, pues se crea un mundo propio, o mejor dicho, inserta las cosas de su mundo en un nuevo orden que le agrada. -Este juego con fragmentos de fantasía parece ser una condición de salud, una combinatoria, sustento de la creatividad-. En efecto, la primera variedad de la desfiguración es la falsificación del recuerdo por fragmentación. El corregir en el tiempo parece depender de la actividad del sistema consciencia. Así un fragmento de la escena vista es reunida con otro de la escena oída. Con ello, un nexo originario se vuelve inhallable. -Esa es la defensa. Y ahora viene lo interesante-. Mediante la formación de tales fantasías en períodos de excitación -sería el juego-, cesan los síntomas mnémicos, pero -digo yo y dice Freud- a cambio están presentes poetizaciones inconscientes que no sucumben a la defensa”.

No es maravilloso. Tempranísimo, ahí. Fantasías, defensas, re-estructuraciones, fantaseo, poetizaciones inconscientes. Incluso ahí hay una llamada importante en la que Freud señala la atemporalidad de lo inconsciente que es la atemporalidad del jugar. Que es la atemporalidad de la situación analítica, en los tiempos en que el campo se presta para la regresión funcional.

A todo esto tenemos que apuntar, todo esto estamos esperando, no les voy a leer más que esto. Que ahí, en esas poetizaciones inconscientes, reapareciendo en el campo, cuando la confianza en la dependencia se ha consolidado y nosotros no nos comportamos como un sujeto que verticalmente sabe lo que siente, lo que necesita, lo que le hace bien, sino que casi horizontalmente escuchamos para acompañar la reaparición del sujeto del inconsciente; ahí ubicamos la actividad metafórica, y la atemporalidad del inconsciente, efectivizando la nostalgia en una dimensión de investidura de amor, a la expectativa, abierta, de encontrar nuevos objetos para el deseo. En lugar de la investidura rígida, fija, de los objetos masoquistas, de los objetos superyoicos, de los objetos tiránicos enloquecedores, o del objeto de la melancolía. Ven que estamos en pleno proceso de duelo.

Evoquemos para terminar el sorprendente efecto erótico de las metáforas accionadas en el oído de su amada por el aprendiz de poeta protagonista del film “El cartero”, y el amor tierno, surgiendo allí, no sólo con su pareja, sino en la base de la experiencia estructurante de la amistad del cartero y el poeta chileno.

Esa es nuestra imagen de largo, complejo, esperanzado trabajo de análisis. Gracias.